EE. UU.: El multimillonario acuerdo al que accede Anthropic AI para remunerar a autores literarios y editores por el uso de obras pirateadas para entrenar su chatbot Claude, ¿es un buen acuerdo?

  • 10 Oct, 2025
  • Juana Escudero Méndez
AcuerdoEE. UU.Fair UseInteligencia ArtificialLegislaciónPropiedad Intelectual

Juana Escudero Méndez

Continuando con la información sobre este caso, que publicábamos el pasado mes de julio, y tras los avances habidos, que han conducido a la reciente aprobación judicial preliminar del acuerdo aceptado por Anthropic AI para compensar a los titulares de derechos de las obras pirateadas con que la empresa entrenó su modelo de lenguaje de aprendizaje profundo (LLM), el chatbot Claude, parece oportuno conocer los términos y alcance de este acuerdo y hacer una primera valoración de qué significa por ahora.

Así, en septiembre de 2025, conocíamos que la empresa tecnológica Anthropic AI se avenía a pagar 1.500 millones de dólares a un grupo de autores y editores, después de que el juez federal William Alsup, que viene conociendo de la demanda presentada por Bartz y otros v. Anthropic PBC, 24-cv-05417 (N.D. Cal., filed Aug. 19, 2024, dictaminara, entre otros aspectos, que la empresa había descargado y almacenado de manera ilícita millones de libros protegidos por derechos de autor.

Si bien este acuerdo es el más cuantioso de cuantos se han celebrado en la historia en materia de propiedad intelectual y supone compensar con 3.000 $ por cada obra utilizada a unos 500.000 titulares, lo cierto es que solo ha llegado forzado por la determinación judicial de que la empresa utilizó a sabiendas bibliotecas de obras pirateadas, como Genesis (LibGen) y Pirate Library Mirror.

Sin embargo, la demanda colectiva presentada contra Anthropic tiene mayor calado.

En efecto, el juez considera que el hecho de que el sistema de IA utilice cantidades masivas de obras escritas para “destilarlas” y poder generar textos “propios” merece la consideración de uso razonable y legítimo (fair use) bajo la ley de derechos de autor de EE. UU., por ser un uso «esencialmente transformativo».

Solo reprocha que Anthropic, en vez de acceder lícitamente a las obras, prefiriera “robarlas”, por mucho que la compañía alegara, en su contestación a la demanda, que esta es una práctica empresarial extendida. Así pues, la vulneración deliberada de los derechos de autor juega en contra de quien la comete y agrava la indemnización debida a sus titulares respecto a quienes incurrieran en ella sin ser conscientes de estar violando la ley.

Pero el juez llega a afirmar que “como cualquier lector que aspira a convertirse en escritor, los grandes modelos de lenguaje de Anthropic, son entrenados con obras, no para replicarlas o suplantarlas, sino para hacer un uso transformativo de ellas y crear algo nuevo y diferente”, y esta es una afirmación, cuanto menos, cuestionable, que cae en la comparación del aprendizaje humano con el uso masivo de obras que requieres el de las máquinas que, además, implica su reproducción (copia) y almacenaje.

Así pues, aunque emplaza a las partes a juicio en diciembre de este año por lo que se refiere al uso de obras pirateadas para el entrenamiento del asistente Claude, el juez desestima las pretensiones principales de los autores demandantes.

Los tres autores que interpusieron la demanda inicial contra Anthropic, Andrea Bartz, Charles Graeber y Kirk Wallace Johnson, invocaban que las prácticas de la empresa equivalían a un “robo a gran escala” con el propósito de obtener un lucro a través de “la explotación de la expresión humana y la ingeniosidad de cada una de las obras” utilizadas.

Por su parte, Anthropic, fundada por exdirectivos de OpenAI en 2021, se presentaba como el desarrollador de modelos de una IA generativa más responsable y centrada en la seguridad.

Como apunta la web, Plagiarism Today, este caso se centra en la piratería de obras a gran escala y no en los usos que supone el entrenamiento de modelos de IA. De hecho, el juez afirma que la utilización de obras protegidas para desarrollar modelos de IA constituye un uso razonable y legítimo de aquellas, en contra del criterio de la Oficina estadounidense de Copyright.

El juez Alsup ordenó en julio abrir juicio únicamente para determinar la responsabilidad de Anthropic por haber hecho uso de fuentes de obras pirateadas, de suerte que este acuerdo se refiere exclusivamente a estas, sin entrar en cómo esas obras han sido utilizadas. Es decir, este acuerdo se asemeja al Internet Archive settlement de diciembre de 2024 y no reconoce ni dirime los derechos de propiedad intelectual que se ven comprometidos en los desarrollos de IA.

Por otro lado, el alcance de este acuerdo se limita a los autores y editores cuyas obras se encontraban en las bibliotecas piratas a las que acudió Anthropic para entrenar su modelo. Las/los titulares de obras a las que la empresa tuviera acceso desde cualquier otra fuente quedan excluidos. Si bien el propio juez afirma que la tecnológica se descargó ilícitamente alrededor de 7 millones de libros, este acuerdo solo contempla una pequeña parte de ellos, ya que juega aquí otro factor: el registro previo de las obras ante la Oficina de Copyright estadounidense como requisito para beneficiarse de este acuerdo. Más aún, el registro, en este caso, debe haberse efectuado en plazos muy precisos para que las obras pirateadas incluidas en las bibliotecas empleadas por Anthropic en este desarrollo caigan dentro de su ámbito de aplicación.

El requisito de registro exigido por la legislación estadounidense para la justiciabilidad de los derechos de propiedad intelectual supone que millones de titulares queden excluidos de este acuerdo, máxime cuando, a menudo, los más perjudicados son los no nacionales y los autores y editores independientes.

Organizaciones como The Authors Guild proveen recursos para que autores y editores puedan identificar si sus obras se encontraban en las bibliotecas piratas utilizadas por Anthropic y reclamar su compensación.

Finalmente, la exorbitante cuantía del acuerdo -1.500 millones de dólares- no debe sustraerse de su contexto.

Solo unos días antes de publicarse este acuerdo, Anthropic anunciaba haber recaudado 13.000 millones de dólares y recibir una valoración de 183.000 millones de dólares. Desde su creación en 2021, la empresa ha captado financiación por importe de 27.000 millones de dólares.

Es decir, aun si pagara la cantidad total comprometida en el acuerdo por adelantado, y no en 2 años, como prevé, no supondría más que un 12% de su última recaudación de fondos y menos del 1% de su valoración actual.

En una situación análoga se encuentran empresas como Apple, Microsoft, Meta, Open AI o XAI (aunque no otras más pequeñas), de forma que este acuerdo no obligará a las grandes empresas de inteligencia artificial a modificar su comportamiento. Si bien Anthropic se compromete a destruir las copias de los libros obtenidos de las bibliotecas piratas a las que accedió, el entrenamiento de su modelo ya se ha completado. En el acuerdo no se establece su obligación de que Claude «desaprenda» lo extraído de esos conjuntos de datos. Más allá, el juez Alsup afirma que el entrenamiento en sí constituye un uso razonable y legítimo amparado por la ley.

En resumen, este acuerdo no supone un obstáculo para Anthropic, cuyos modelos de IA no se verán afectados, aunque sí puede serlo, si se instaura como modelo, para empresas tecnológicas más pequeñas, que se verán excluidas si no pueden asumir el pago de este u otro “impuesto a la piratería”, como denuncian colectivos de creadores en EE. UU.

Otro aspecto llamativo de este acuerdo es que solo aborda la piratería cometida por Anthropic antes de la fecha del acuerdo y únicamente en los Estados Unidos, de forma que deja muchos perjuicios efectivos y potenciales fuera de su alcance.

La compensación, además, se ha establecido con base en el número de obras pirateadas utilizadas por Anthropic, no en el número de titulares de derechos afectados, de forma que, si tanto un autor/a como un editor/a reclaman por el mismo libro, habrá de ser un grupo de trabajo conformado por representantes de la Authors Guild y la Association of American Publishers el que determine cómo distribuir el pago.

Toda vez que aún no existe un precio estándar para licenciar obras y prestaciones (datos) para entrenar modelos de IA, este acuerdo podría invocarse como referente. Mientras se amplía y consolida un necesario mercado de licencias para la IA, ha habido otros acuerdos. Así, recientemente, Microsoft alcanzó un acuerdo de licencia con HarperCollins que establece un precio de 5.000 dólares por libro utilizado para entrenamiento de IA (el acuerdo de Anthropic ronda los 3.000 dólares).

Más allá, los términos del acuerdo excluyen específicamente toda reclamación de parte de autores y editores relacionada con los resultados generados por esta IA, tanto pasados como futuros. Pareciendo deslumbrante en un primer momento la cuantía del acuerdo, empieza a parecer una ganga…

Por impresionante que pueda parecer sobre el papel, este acuerdo no trae una solución posible que pueda esperanzar a los creadores ni a las empresas e industrias que descansan en sus obras: solo trata de la compensación por piratería, y no aborda ni los usos que conlleva el entrenamiento de IA ni los efectos que causan los resultados que esta genera.

Como denuncia Plagiarism Today, a cambio, garantiza la supervivencia a largo plazo de Anthropic y coloca a las grandes empresas de IA en una posición que sigue siendo de poder respecto a los titulares de derechos de propiedad intelectual. “Una compañía como Anthropic no gastaría 1.500 millones de dólares sin esperar obtener grandes dividendos en el futuro. Este no ha sido un movimiento para hacer lo correcto respecto a los creadores; ha sido una decisión táctica para asegurar el futuro de la empresa.”

Seguiremos con atención el decurso de este procedimiento para conocer si el acuerdo recibe aprobación judicial definitiva, si el fallo que recaiga en su día es recurrido en apelación y si, entretanto, se adoptan medidas que busquen decididamente equilibrar la balanza que mide el peso de las big-tech y de la creación y las industrias de la cultura.

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